"Enseñar es aprender dos veces "

25 may 2011

AUTOBIOGRAFÍA

Me llamo María Martín Sepúlveda, pertenezco al año 1992, y he nacido en Madrid, donde actualmente resido.

Tengo una hermana menor que yo, nos llevamos dos años, su nombre es Natalia, y siempre que puedo la ayudo en sus tareas, porque disfruto enseñándola y ayudándola en sus dificultades.
Desde pequeña, siempre he tenido muy claro, lo que quería ser de mayor: profesora. Nunca he dudado entre dos carreras, toda mi vida he sabido contestar claramente sin ambigüedad a esta pregunta: y tú, ¿Qué quieres ser de mayor?.
Toda mi familia veía en mi gran vocación por esta profesión, ya que, de pequeña siempre jugaba a “maestras” con mis primas y mi hermana pequeña…les hacía pruebas de lectura, dictados, fotocopias, ejercicios y lo más gracioso de todo, es que hacía un seguimiento personal de cada una de ellas el cuál anotaba en un cuadernillo personal.
También tengo que señalar que mis abuelos ambos son profesores, perdón, rectifico, dos GRANDES MAESTROS DE LA EDUCACIÓN.
Mi abuelo, profesor de Matemáticas y mi abuela, todo lo contrario, de letras, lengua y literatura, yo he salido más bien a mi abuela, ya que las matemáticas se me han atragantado siempre a lo largo de mis estudios.
Nunca se me olvidará cuándo acompañé unos días a mi abuela en sus clases, impartía con tal serenidad y cariño las clases, como si de sus hijos se tratase, los alumnos eran todos de envidiar y yo ahí, junto a ella en su mesa, escuchando y coloreando.
Mi tía Esther, hermana de mi madre, a la cuál quiero muchísimo, también ejerce de maestra en un colegio con niños especiales, y mi madre, una gran madre está licenciada en filología francesa.
Todo esto, me ha ido influyendo desde pequeña a elegir esta carrera que actualmente estudio con gran interés y motivación.
Quiero hacer mención a una persona que para mi ha sido muy importante en mis estudios, y en mi vida en general, y ella es mi profesora de Primaria, Dionisia Pérez Muñoz, a la cuál recuerdo con mucho cariño en mi día a día.
Dioni, así es como la llamábamos nosotros, tenía alrededor de 50 años, nos tenía mucho cariño, recuerdo que decía que nos quería tanto como si fuéramos sus hijos.
Me ha acompañado en mis estudios durante cinco años, desde 2º de Primaria hasta el final del ciclo, en el colegio San Isidoro, pequeñito pero con una esencia muy familiar.
Gracias a todo lo que nos aportó Dioni, conocimientos, seguridad, trabajo constante, responsabilidad, consejos…fuimos muy bien preparados al instituto.
Empezaba una nueva etapa en mi vida, el instituto. Aquí la independencia jugaba un papel muy importante, tenía miedo por si me separaban de mis amigas, pero el primer año tuve suerte.
Era una chica trabajadora y responsable, las notas no me suponían ningún problema y el aprender cada día algo nuevo tampoco.
Solo había una excepción, las matemáticas, como bien he dicho antes, no eran mi asignatura favorita, siempre se me han ido atragantando a lo largo de los cursos y cuándo creía que tenía posibilidad de deshacerme de ellas, lo pensaba detenidamente, y como buen consejo de mi abuelo, profesores de matemáticas, me decía: “las matemáticas, son esenciales en la vida, creo que no deberías deshacerte de ellas” y así fue, continué mi recorrido con ellas, y con ayuda de la constancia, el esfuerzo y trabajo de mi abuelo, las saqué adelante.
Por ello, le estoy muy agradecida a mi abuelo, gran profesor en mi vida, ya que él ama esta asignatura y no le suponía esfuerzo ninguno ayudarme cuando lo necesitaba, es más, las matemáticas hacían que me gustasen, con él, era todo diferente, su forma de explicar, su carácter, su constancia, sus consejos, sus ejemplos…en definitiva, muy buen profesor.
Luego llegó Bachiller, dos años muy duros para mí. Yo seguía trabajando y siendo igual de responsable como lo estaba siendo hasta ahora, pero, era diferente, me agobiaba, nos metían mucha presión por la Selectividad.
La gente se preguntaba qué quería realmente estudiar para su futuro, ya que la elección tenía los días contados. Pero yo no me preocupaba por ello, porque yo tenía clarísimo lo que quería estudiar, como siempre lo he tenido.
Llegó selectividad, mucho esfuerzo y estudio, pero prueba superada.
Ahora estoy muy contenta y orgullosa de haber conseguido mi meta: empezar a formarme como futura maestra.
Con mucho esfuerzo y responsabilidad, he alcanzado mi objetivo, por fin, me dedico plenamente a esta profesión que tanto me apasiona.
El aportar un granito de arena a los demás, siempre te llena de satisfacción y más aún si se trata de niños,  ya que eres para ellos su modelo a seguir, su ejemplo, su base, su apoyo.

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